/ domingo 6 de diciembre de 2020

Comentarios a la Guía Ética de la 4T

Recientemente, el gobierno federal ha lanzado la edición de un folleto que contiene una serie de ideas que considera fundamentales para la transformación del país denominado Guía Ética para la Transformación de México. Lo anterior provocó toda suerte de reacciones y expresiones que pasan desde encomiar la obra, hasta las burlas y críticas a la misma, lo cual era de esperarse en medio de un clima de opinión tan radicalizado.

Sin embargo, poco o nada se ha dicho de forma mesurada sobre lo que atañe al valor intelectual del ejercicio mismo y su función en la pedagogía social, sus críticos se han concentrado equivocadamente en comparar dos cosas de naturaleza diferente, la realidad material de todos los días y la verdad espiritual a la que va dirigida la guía moral. La guía moral no pretende decir que los que la promueven sean santos, sino expresar una verdad que se pone a consideración para quien crea que le pueda ayudar.

No es la primera vez que un ejercicio de esta naturaleza tiene lugar. En el pasado existe el antecedente de la cartilla moral de Alfonso Reyes. Filósofos de la estatura de Schopenhauer recurrieron también al aforismo, renunciando a la arquitectura de corte racionalista como medio de exposición de ideas claves para la convivencia humana.

De lo que se trataba en estos casos sostenía Schopenhauer, era de hacer llegar algunos fragmentos de sabiduría, y que por lo tanto se renuncia al gran formato filosófico y se ajusta al punto de vista habitual, común y empírico accesible para todos. No es ocioso repetir lo que el sentido común ya sabe, si cuando a pesar de esto el valor de esa sabiduría ética aparece devaluada o desgastada, el problema que pretende atajar la guía ética no es el de la ignorancia, sino el del desinterés o nihilismo posmoderno, mediante la inyección de nuevos bríos en la ética social del país. Hasta aquí en cuanto hace a su trascendencia política es lo que se puede decir sobre la guía ética, en términos generales, su balance es positivo.

Otra cosa muy distinta sucede cuando se realiza el análisis teórico desde la perspectiva filosófica, tal vez la mayor objeción que se le puede hacer es el de su eclecticismo y, por lo tanto, la ausencia de una doctrina filosófica única detrás cada uno de los conceptos expuestos, así algunas veces no se sabe si los principios fundamentales en los que descansan sus ideas atienden a una tendencia racionalista, intuicionista, mística, hedonista o estoica.

Otro tanto se puede decir de su casuismo, la guía ética no brinda primeros principios generales de los que se pueda deducir alguna actuación para situaciones no previstas en la guía, en su lugar se interesa en situaciones concretas por lo que resulta difícil extraer una doctrina ética general por defecto de su eclecticismo.

En su descargo se puede decir que al ser un documento traído a la vida con un fin político (político en el buen sentido aristotélico de la palabra que se refiere a que la política desemboca en la ética y viceversa, ya que tratan sobre la forma de mantener ordenada con normas y reglas a la sociedad), y no como un tratado ético de arquitectura geométrica de tipo cartesiano como los de Spinoza o Leibniz, se puede conceder ciertas licencias.

La guía ética comprende una miríada de filosofías éticas que van desde el existencialismo, utilitarismo y la mística cristiana etc., por ejemplo, en el punto 6 que habla sobre el sufrimiento y el placer y dice "El gozo y el dolor son partes inseparables de la vid". Lo anterior se inscribe dentro de las doctrinas existencialistas, en particular en el pensamiento de quien se identifica como precursor de esta corriente de pensamiento Soren Kierkegaard. Fue este último quien colocó al sufrimiento existencial como un motivo de reflexión, para Kierkegaard el dolor es una ruptura interior, pero que a su vez constituye el punto de partida por medio del cual el hombre alcanza la comprensión de su fragilidad.

El punto 9 de la misma guía que habla sobre el perdón ha generado mucha controversia, gran parte de ella artificialmente creada, en el mismo se aconseja "pide perdón si actuaste mal y otórgalo si fuiste víctima de maltrato, agresión, abuso o violencia, así permitirás la liberación de la culpa de quien te ofendió".

Los críticos de este punto han equiparado desacertadamente el perdón con la impunidad, y esto es equivocado porque el derecho para ser objetivo debe estar desprovisto de la subjetividad de la parte interesada, es decir, el ofendido no es quien imparte justicia dentro de nuestro sistema judicial, sino un tercero ajeno a la ofensa, por lo tanto, la impartición de la justicia no queda en manos del ofendido y el castigo es responsabilidad de otros.

Por otra parte, el odio o rencor que provoca una ofensa o daño solo puede ser remitido por el ofendido mediante la reunión del ser consigo mismo, el daño escinde el ser de las personas, las lanza fuera de sí, el perdón desinteresado es el que renuncia a la venganza porque sabe que lo mantiene obsesionado en otra parte que no es el mismo y para recuperar su unidad decide otorgar el perdón independientemente de si hay castigo o no, porque este ya no es solo su problema, sino también de la sociedad.

Por último, el veredicto lo tendrá el lector una vez que por sí mismo descubre en las páginas de la guía ética para la transformación de mexica algo que le sea de valor o utilidad.

Regeneración.

Recientemente, el gobierno federal ha lanzado la edición de un folleto que contiene una serie de ideas que considera fundamentales para la transformación del país denominado Guía Ética para la Transformación de México. Lo anterior provocó toda suerte de reacciones y expresiones que pasan desde encomiar la obra, hasta las burlas y críticas a la misma, lo cual era de esperarse en medio de un clima de opinión tan radicalizado.

Sin embargo, poco o nada se ha dicho de forma mesurada sobre lo que atañe al valor intelectual del ejercicio mismo y su función en la pedagogía social, sus críticos se han concentrado equivocadamente en comparar dos cosas de naturaleza diferente, la realidad material de todos los días y la verdad espiritual a la que va dirigida la guía moral. La guía moral no pretende decir que los que la promueven sean santos, sino expresar una verdad que se pone a consideración para quien crea que le pueda ayudar.

No es la primera vez que un ejercicio de esta naturaleza tiene lugar. En el pasado existe el antecedente de la cartilla moral de Alfonso Reyes. Filósofos de la estatura de Schopenhauer recurrieron también al aforismo, renunciando a la arquitectura de corte racionalista como medio de exposición de ideas claves para la convivencia humana.

De lo que se trataba en estos casos sostenía Schopenhauer, era de hacer llegar algunos fragmentos de sabiduría, y que por lo tanto se renuncia al gran formato filosófico y se ajusta al punto de vista habitual, común y empírico accesible para todos. No es ocioso repetir lo que el sentido común ya sabe, si cuando a pesar de esto el valor de esa sabiduría ética aparece devaluada o desgastada, el problema que pretende atajar la guía ética no es el de la ignorancia, sino el del desinterés o nihilismo posmoderno, mediante la inyección de nuevos bríos en la ética social del país. Hasta aquí en cuanto hace a su trascendencia política es lo que se puede decir sobre la guía ética, en términos generales, su balance es positivo.

Otra cosa muy distinta sucede cuando se realiza el análisis teórico desde la perspectiva filosófica, tal vez la mayor objeción que se le puede hacer es el de su eclecticismo y, por lo tanto, la ausencia de una doctrina filosófica única detrás cada uno de los conceptos expuestos, así algunas veces no se sabe si los principios fundamentales en los que descansan sus ideas atienden a una tendencia racionalista, intuicionista, mística, hedonista o estoica.

Otro tanto se puede decir de su casuismo, la guía ética no brinda primeros principios generales de los que se pueda deducir alguna actuación para situaciones no previstas en la guía, en su lugar se interesa en situaciones concretas por lo que resulta difícil extraer una doctrina ética general por defecto de su eclecticismo.

En su descargo se puede decir que al ser un documento traído a la vida con un fin político (político en el buen sentido aristotélico de la palabra que se refiere a que la política desemboca en la ética y viceversa, ya que tratan sobre la forma de mantener ordenada con normas y reglas a la sociedad), y no como un tratado ético de arquitectura geométrica de tipo cartesiano como los de Spinoza o Leibniz, se puede conceder ciertas licencias.

La guía ética comprende una miríada de filosofías éticas que van desde el existencialismo, utilitarismo y la mística cristiana etc., por ejemplo, en el punto 6 que habla sobre el sufrimiento y el placer y dice "El gozo y el dolor son partes inseparables de la vid". Lo anterior se inscribe dentro de las doctrinas existencialistas, en particular en el pensamiento de quien se identifica como precursor de esta corriente de pensamiento Soren Kierkegaard. Fue este último quien colocó al sufrimiento existencial como un motivo de reflexión, para Kierkegaard el dolor es una ruptura interior, pero que a su vez constituye el punto de partida por medio del cual el hombre alcanza la comprensión de su fragilidad.

El punto 9 de la misma guía que habla sobre el perdón ha generado mucha controversia, gran parte de ella artificialmente creada, en el mismo se aconseja "pide perdón si actuaste mal y otórgalo si fuiste víctima de maltrato, agresión, abuso o violencia, así permitirás la liberación de la culpa de quien te ofendió".

Los críticos de este punto han equiparado desacertadamente el perdón con la impunidad, y esto es equivocado porque el derecho para ser objetivo debe estar desprovisto de la subjetividad de la parte interesada, es decir, el ofendido no es quien imparte justicia dentro de nuestro sistema judicial, sino un tercero ajeno a la ofensa, por lo tanto, la impartición de la justicia no queda en manos del ofendido y el castigo es responsabilidad de otros.

Por otra parte, el odio o rencor que provoca una ofensa o daño solo puede ser remitido por el ofendido mediante la reunión del ser consigo mismo, el daño escinde el ser de las personas, las lanza fuera de sí, el perdón desinteresado es el que renuncia a la venganza porque sabe que lo mantiene obsesionado en otra parte que no es el mismo y para recuperar su unidad decide otorgar el perdón independientemente de si hay castigo o no, porque este ya no es solo su problema, sino también de la sociedad.

Por último, el veredicto lo tendrá el lector una vez que por sí mismo descubre en las páginas de la guía ética para la transformación de mexica algo que le sea de valor o utilidad.

Regeneración.