/ domingo 20 de diciembre de 2020

De la Subsidiariedad a la Solidaridad

Uno de los principios rectores de los partidos de derecha democristianos como el Partido Acción Nacional influido en sus orígenes por pensadores como Jacques Maritain y Emmanuel Mounier hoy totalmente desconocidos por la mayoría de los políticos de ese partido, es el de la subsidiariedad.

El principio de subsidiariedad se refiere al papel que debe mantener el Estado respecto a los problemas sociales, así, por ejemplo, para los partidos de derecha la posición ideal que debe guardar el Estado respecto al desempleo, salud, educación, es la de mantenerse al margen hasta en tanto no lo resuelva la sociedad o la familia, y solo en el caso de que estas instancias fracasen es conveniente la intervención del Estado.

Con esto Maritain y Mounier querían combatir la idea optimista y progresiva de la historia de Hegel y Marx basada en la solidaridad como principio de acción social.

El brinco del PAN a finales de los 80 de la doctrina democristiana al neoliberalismo totalmente incompatibles entre sí, ya que en tanto la primera enfatiza la dignidad de las personas el segundo las desprecia, hizo que este partido adicionara otra instancia previa a la sociedad y la familia, colocando al libre mercado como el mecanismo primordial para resolver los problemas sociales. Para el Partido Acción Nacional no hay problema que el mercado no pueda solucionar, lo único que requiere es darle tiempo y espacio para actuar sin intervenciones, es decir, sin regulación del Estado y todo será resuelto.

El tiempo ha demostrado lo equivocado y pernicioso que ha resultado la adopción de la subsidiariedad como principio de acción de la actuación del Estado, dejar a las personas y al conjunto de la sociedad al libre juego de las fuerzas del mercado ha arrojado su cosecha de pobreza, marginación y corrupción.

No es que en su lugar se pretenda imponer un Estado totalitario como delirantemente alucinan los sectores más radicales de la derecha, sino sencillamente hay temas, problemas demasiado importantes para el destino de una cultura que no pueden simplemente trasladarse a manos donde el único criterio que rige es el de la ganancia y el intercambio.

El azote de la epidemia del Covid-19 es prueba de ello, recientemente se abrió un nuevo debate sobre la pertinencia o no de permitir que las vacunas contra esta enfermedad puedan ser distribuidas por particulares, mientras desde la iniciativa privada exigían la autorización para poder aplicarlas, sensatamente el Gobierno federal decidió reservarse esta potestad en virtud de todo lo que está en juego. Muchos no entendieron la actitud y fueron prolijos en el reproche.

Sin embargo, si el Estado hubiera delegado la aplicación de las vacunas contra el Covid-19 en los particulares, siguiendo la lógica del criterio de subsidiariedad de la derecha como el PAN, solo podrían tener acceso a ellas quienes pudieran pagar el precio que el mercado fije, el cual por ser escasas las vacunas y muy demandadas sería muy alto, inaccesible para vastas porciones de la población mexicana.

En este caso el Gobierno actuó movido por el principio de la solidaridad que de manera solícita y sin esperar hace que el Estado entre a prestar auxilio inmediato ahí donde hay un bien social que tutelar.

Con el ascenso de los bárbaros del norte de corte empresarial dentro del Partido Acción Nacional llegaron también los principios de maximización de las ganancias tomados del neoliberalismo descarnado.

Eso hizo que no guarden respeto o consideración ni con los de su misma especie, para muestra basta un botón con el caso de las grandes cadenas inmobiliarias y de los arrendadores que no han tenido la sensibilidad ante el pequeño y mediano empresario para condonar voluntariamente el pago de rentas correspondientes a los meses en los que estuvo cerrada la actividad económica por causa de fuerza mayor con motivo de la emergencia sanitaria o para hacer quitas sobre el precio fijado.

Considerando que aun y cuando posteriormente se haya decretado en varias ocasiones la reapertura, lo cierto es que los ingresos por ventas no se han recuperado al estado previo a la epidemia del Covid-19.

Por increíble que suene, ha resultado más fácil concretar acuerdos entre patrones y trabajadores con el propósito de mantener el empleo y las unidades económicas vivas, que la negociación entre arrendadores y arrendatarios a causa de las irreductibles posturas de los arrendadores que buscan trasladar los costos de la pandemia a hombros de los pequeños empresarios, y de esto no hay un solo reclamo por parte de los organismos cúpula de la iniciativa privada.

A pesar del poco margen de maniobra que las medidas sanitarias para la contención de la epidemia dejó al Estado para evitar la caída de la economía, se ha logrado un verdadero regreso del Estado a la centralidad de la escena política y social, si bien falta mucho por hacer, no cabe duda que la solidaridad es un mejor principio de acción social y gubernamental que la subsidiariedad con el que comulga Acción Nacional.

Regeneración del 19.

Uno de los principios rectores de los partidos de derecha democristianos como el Partido Acción Nacional influido en sus orígenes por pensadores como Jacques Maritain y Emmanuel Mounier hoy totalmente desconocidos por la mayoría de los políticos de ese partido, es el de la subsidiariedad.

El principio de subsidiariedad se refiere al papel que debe mantener el Estado respecto a los problemas sociales, así, por ejemplo, para los partidos de derecha la posición ideal que debe guardar el Estado respecto al desempleo, salud, educación, es la de mantenerse al margen hasta en tanto no lo resuelva la sociedad o la familia, y solo en el caso de que estas instancias fracasen es conveniente la intervención del Estado.

Con esto Maritain y Mounier querían combatir la idea optimista y progresiva de la historia de Hegel y Marx basada en la solidaridad como principio de acción social.

El brinco del PAN a finales de los 80 de la doctrina democristiana al neoliberalismo totalmente incompatibles entre sí, ya que en tanto la primera enfatiza la dignidad de las personas el segundo las desprecia, hizo que este partido adicionara otra instancia previa a la sociedad y la familia, colocando al libre mercado como el mecanismo primordial para resolver los problemas sociales. Para el Partido Acción Nacional no hay problema que el mercado no pueda solucionar, lo único que requiere es darle tiempo y espacio para actuar sin intervenciones, es decir, sin regulación del Estado y todo será resuelto.

El tiempo ha demostrado lo equivocado y pernicioso que ha resultado la adopción de la subsidiariedad como principio de acción de la actuación del Estado, dejar a las personas y al conjunto de la sociedad al libre juego de las fuerzas del mercado ha arrojado su cosecha de pobreza, marginación y corrupción.

No es que en su lugar se pretenda imponer un Estado totalitario como delirantemente alucinan los sectores más radicales de la derecha, sino sencillamente hay temas, problemas demasiado importantes para el destino de una cultura que no pueden simplemente trasladarse a manos donde el único criterio que rige es el de la ganancia y el intercambio.

El azote de la epidemia del Covid-19 es prueba de ello, recientemente se abrió un nuevo debate sobre la pertinencia o no de permitir que las vacunas contra esta enfermedad puedan ser distribuidas por particulares, mientras desde la iniciativa privada exigían la autorización para poder aplicarlas, sensatamente el Gobierno federal decidió reservarse esta potestad en virtud de todo lo que está en juego. Muchos no entendieron la actitud y fueron prolijos en el reproche.

Sin embargo, si el Estado hubiera delegado la aplicación de las vacunas contra el Covid-19 en los particulares, siguiendo la lógica del criterio de subsidiariedad de la derecha como el PAN, solo podrían tener acceso a ellas quienes pudieran pagar el precio que el mercado fije, el cual por ser escasas las vacunas y muy demandadas sería muy alto, inaccesible para vastas porciones de la población mexicana.

En este caso el Gobierno actuó movido por el principio de la solidaridad que de manera solícita y sin esperar hace que el Estado entre a prestar auxilio inmediato ahí donde hay un bien social que tutelar.

Con el ascenso de los bárbaros del norte de corte empresarial dentro del Partido Acción Nacional llegaron también los principios de maximización de las ganancias tomados del neoliberalismo descarnado.

Eso hizo que no guarden respeto o consideración ni con los de su misma especie, para muestra basta un botón con el caso de las grandes cadenas inmobiliarias y de los arrendadores que no han tenido la sensibilidad ante el pequeño y mediano empresario para condonar voluntariamente el pago de rentas correspondientes a los meses en los que estuvo cerrada la actividad económica por causa de fuerza mayor con motivo de la emergencia sanitaria o para hacer quitas sobre el precio fijado.

Considerando que aun y cuando posteriormente se haya decretado en varias ocasiones la reapertura, lo cierto es que los ingresos por ventas no se han recuperado al estado previo a la epidemia del Covid-19.

Por increíble que suene, ha resultado más fácil concretar acuerdos entre patrones y trabajadores con el propósito de mantener el empleo y las unidades económicas vivas, que la negociación entre arrendadores y arrendatarios a causa de las irreductibles posturas de los arrendadores que buscan trasladar los costos de la pandemia a hombros de los pequeños empresarios, y de esto no hay un solo reclamo por parte de los organismos cúpula de la iniciativa privada.

A pesar del poco margen de maniobra que las medidas sanitarias para la contención de la epidemia dejó al Estado para evitar la caída de la economía, se ha logrado un verdadero regreso del Estado a la centralidad de la escena política y social, si bien falta mucho por hacer, no cabe duda que la solidaridad es un mejor principio de acción social y gubernamental que la subsidiariedad con el que comulga Acción Nacional.

Regeneración del 19.