/ domingo 23 de enero de 2022

El espectáculo de la política

Se reconoce que la democracia como sistema político aun con sus defectos es un mejor sistema político por encima de las formas autocrática, totalitaria o monárquicas.

Cuando menos en teoría deja a menos personas descontentas y se legitima por ser producto del consenso de las mayorías.

No obstante, el mismo carácter universal e igualitario de las democracias da pie a la posibilidad de que algunos actores con más vena para el espectáculo que para la política hagan entrar en crisis al sistema encumbrándose gracias al buen manejo del marketing.

Basta un buen guion que de en la diana de lo cursi y la sensiblería y mediante una profusa difusión en los medios de comunicación puedan ganarse la simpatía de millones de electores que optan por ellos a consecuencia del nihilismo que encarnan estas alternativas convirtiéndose en la manifestación de una reprobación al estamento político en su conjunto, lo que paradójicamente solo abona al descrédito de la clase política a consecuencia del perfil frívolo de los personajes empoderados por esta vía.

El caso paradigmático de este fenómeno es el del ex-primer ministro italiano Silvio Berlusconi, pero el modelo se repitió y extendió a lo largo y ancho del planeta gracias al desarrollo de nuevas tecnologías que con la imagen han sustituido el contenido.

Cierto es que la existencia de este tipo de figuras en la política revela la existencia de un electorado ligero e insustancial que democráticamente tienen el derecho al voto mediante el cual eligen a sus dirigentes.

Si estos electores se toman a la ligera la decisión de a quien conferir la responsabilidad de conducir el destino de una nación, se vuelve imperativo buscar los mecanismos por medio de los cuales contener los daños que este tipo de personajes puedan infringir a la sociedad.

De aquí que todo impulso que busca la transformación del país pase por una reforma institucional que amplíe los derechos civiles y políticos y restrinja los márgenes de discrecionalidad de los funcionarios públicos.

Porque como hemos visto, no hay formar de hacer responsable objetivamente a nuestra clase política, ya que siempre encuentran el contubernio para salir indemnes de su responsabilidad.

El riesgo de que volvamos a ser gobernados con vesania hoy está más latente que nunca con políticos tiktoker o influencers que han convertido la solemnidad del ejercicio del poder público en un Sketch bobo.

Como si la toma de decisiones políticas no implicaran la responsabilidad sobre la vida de millones de ciudadanos, porque después cuando sobrevengan las consecuencias de ese actuar frívolo e irresponsable no serán ellos quienes las paguen, sino los mismos ciudadanos, incluso aquellos que no se divertían con el espectáculo.

Necesitamos instruir a una ciudadanía como el sujeto social que es, heredero de nuestro pasado social y depositario de todas nuestras posibilidades presentes y futuras, que requiere de una educación que le de dimensión a su responsabilidad histórica y humana, más allá de cualquier ideología que muchas veces le impide reconocer lo justo y la verdad.

Regeneración

Se reconoce que la democracia como sistema político aun con sus defectos es un mejor sistema político por encima de las formas autocrática, totalitaria o monárquicas.

Cuando menos en teoría deja a menos personas descontentas y se legitima por ser producto del consenso de las mayorías.

No obstante, el mismo carácter universal e igualitario de las democracias da pie a la posibilidad de que algunos actores con más vena para el espectáculo que para la política hagan entrar en crisis al sistema encumbrándose gracias al buen manejo del marketing.

Basta un buen guion que de en la diana de lo cursi y la sensiblería y mediante una profusa difusión en los medios de comunicación puedan ganarse la simpatía de millones de electores que optan por ellos a consecuencia del nihilismo que encarnan estas alternativas convirtiéndose en la manifestación de una reprobación al estamento político en su conjunto, lo que paradójicamente solo abona al descrédito de la clase política a consecuencia del perfil frívolo de los personajes empoderados por esta vía.

El caso paradigmático de este fenómeno es el del ex-primer ministro italiano Silvio Berlusconi, pero el modelo se repitió y extendió a lo largo y ancho del planeta gracias al desarrollo de nuevas tecnologías que con la imagen han sustituido el contenido.

Cierto es que la existencia de este tipo de figuras en la política revela la existencia de un electorado ligero e insustancial que democráticamente tienen el derecho al voto mediante el cual eligen a sus dirigentes.

Si estos electores se toman a la ligera la decisión de a quien conferir la responsabilidad de conducir el destino de una nación, se vuelve imperativo buscar los mecanismos por medio de los cuales contener los daños que este tipo de personajes puedan infringir a la sociedad.

De aquí que todo impulso que busca la transformación del país pase por una reforma institucional que amplíe los derechos civiles y políticos y restrinja los márgenes de discrecionalidad de los funcionarios públicos.

Porque como hemos visto, no hay formar de hacer responsable objetivamente a nuestra clase política, ya que siempre encuentran el contubernio para salir indemnes de su responsabilidad.

El riesgo de que volvamos a ser gobernados con vesania hoy está más latente que nunca con políticos tiktoker o influencers que han convertido la solemnidad del ejercicio del poder público en un Sketch bobo.

Como si la toma de decisiones políticas no implicaran la responsabilidad sobre la vida de millones de ciudadanos, porque después cuando sobrevengan las consecuencias de ese actuar frívolo e irresponsable no serán ellos quienes las paguen, sino los mismos ciudadanos, incluso aquellos que no se divertían con el espectáculo.

Necesitamos instruir a una ciudadanía como el sujeto social que es, heredero de nuestro pasado social y depositario de todas nuestras posibilidades presentes y futuras, que requiere de una educación que le de dimensión a su responsabilidad histórica y humana, más allá de cualquier ideología que muchas veces le impide reconocer lo justo y la verdad.

Regeneración