/ miércoles 11 de agosto de 2021

Gobernanza y sostenibilidad | Juntos podemos ponerle fin a la pobreza

Según la resolución de la Asamblea General de la ONU “la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones, incluida la pobreza extrema, es el mayor desafío a que se enfrenta el mundo y constituye un requisito indispensable para el desarrollo sostenible”, sin embargo, los esfuerzos planetarios para poner fin a la pobreza en el mundo se han ensombrecido y agravado a causa de la pandemia.

Entre 2018 y 2021 la pobreza extrema en México pasó de 8.7 a 10.8 millones de personas, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Las carencias sociales que componen la medición de la pobreza son seis: Rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a servicios básicos en la vivienda y de acceso a la alimentación.

El órgano para medir la pobreza en México señala que se suscitó un incremento significativo en tres de las seis carencias sociales: salud, alimentación y educación, lo que implica un retroceso en el desarrollo y más mexicanos en situaciones adversas.

Si bien es cierto que las Políticas Públicas para erradicar el fenómeno de la pobreza han demostrado grados importantes de efectividad, es innegable que aún falta mucho por hacer, por lo que se requiere superar la perspectiva paternalista donde el Estado es el responsable de satisfacer todas las necesidades para construir políticas públicas más efectivas desde la gobernanza, es decir, desde la participación de todos los miembros de la sociedad.

Los Gobiernos de todo el mundo se han comprometido por articular esfuerzos a favor de la eliminación de la pobreza, pero eso no es suficiente.

El sector privado tiene una importante responsabilidad en la implementación de acciones para gestionar el desarrollo. Los centros académicos tienen la ineludible responsabilidad de trazar rutas e incubar proyectos con metodologías que impulsen a las comunidades y la sociedad tiene frente a sí el desafío de enfrentar la pobreza desde su propio contexto sumándose y potenciando proyectos sociales.

Debemos ampliar la perspectiva acerca de los Objetivos de Desarrollo (ODS) y superar la visión tradicional de la lucha contra la pobreza, lo que exige una perspectiva innovadora.

Podemos voltear y ver qué experiencias a nivel mundial están funcionando y tomarlas como referencias para el diseño e implementación de políticas públicas y para la activación de todos los actores sociales.

En la página del Fondo de Objetivos de Desarrollo Sostenible se exponen experiencias internacionales que favorecen la lucha contra la pobreza, como la creación de una ventanilla única para crear empresas sostenibles dedicadas al desarrollo económico inclusivo en Palestina, cuya finalidad es “Crear oportunidades de trabajo decente y medios de vida seguros” así como “promover prácticas de negocios inclusivos y sostenibles”.

En Sri Lanka el Programa Mundial de Alimentos está realizando estudios experimentales para la viabilidad del arroz fortificado, la sal doblemente fortificada y micronutrientes en polvo para definir la posibilidad de contribuir con las autoridades en la lucha contra el hambre y la desnutrición.

En Nigeria, el programa Food África tiene el objetivo de “empoderar a hombres y mujeres jóvenes a través de formación, desarrollo de capacidades y actividades generadoras de ingresos”.

El fenómeno de la pobreza mata todos los días a cientos de personas en el mundo. Lamentarlo es insuficiente, criticarlo es ocioso, es necesario visibilizarlo y afrontarlo desde nuestros entornos e integrarnos desde nuestras posibilidades a iniciativas locales, toda acción es un esfuerzo más con un inigualable valor no solo en la lucha contra la pobreza, sino en la recuperación de lo valioso de la humanidad.

Según la resolución de la Asamblea General de la ONU “la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones, incluida la pobreza extrema, es el mayor desafío a que se enfrenta el mundo y constituye un requisito indispensable para el desarrollo sostenible”, sin embargo, los esfuerzos planetarios para poner fin a la pobreza en el mundo se han ensombrecido y agravado a causa de la pandemia.

Entre 2018 y 2021 la pobreza extrema en México pasó de 8.7 a 10.8 millones de personas, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Las carencias sociales que componen la medición de la pobreza son seis: Rezago educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a servicios básicos en la vivienda y de acceso a la alimentación.

El órgano para medir la pobreza en México señala que se suscitó un incremento significativo en tres de las seis carencias sociales: salud, alimentación y educación, lo que implica un retroceso en el desarrollo y más mexicanos en situaciones adversas.

Si bien es cierto que las Políticas Públicas para erradicar el fenómeno de la pobreza han demostrado grados importantes de efectividad, es innegable que aún falta mucho por hacer, por lo que se requiere superar la perspectiva paternalista donde el Estado es el responsable de satisfacer todas las necesidades para construir políticas públicas más efectivas desde la gobernanza, es decir, desde la participación de todos los miembros de la sociedad.

Los Gobiernos de todo el mundo se han comprometido por articular esfuerzos a favor de la eliminación de la pobreza, pero eso no es suficiente.

El sector privado tiene una importante responsabilidad en la implementación de acciones para gestionar el desarrollo. Los centros académicos tienen la ineludible responsabilidad de trazar rutas e incubar proyectos con metodologías que impulsen a las comunidades y la sociedad tiene frente a sí el desafío de enfrentar la pobreza desde su propio contexto sumándose y potenciando proyectos sociales.

Debemos ampliar la perspectiva acerca de los Objetivos de Desarrollo (ODS) y superar la visión tradicional de la lucha contra la pobreza, lo que exige una perspectiva innovadora.

Podemos voltear y ver qué experiencias a nivel mundial están funcionando y tomarlas como referencias para el diseño e implementación de políticas públicas y para la activación de todos los actores sociales.

En la página del Fondo de Objetivos de Desarrollo Sostenible se exponen experiencias internacionales que favorecen la lucha contra la pobreza, como la creación de una ventanilla única para crear empresas sostenibles dedicadas al desarrollo económico inclusivo en Palestina, cuya finalidad es “Crear oportunidades de trabajo decente y medios de vida seguros” así como “promover prácticas de negocios inclusivos y sostenibles”.

En Sri Lanka el Programa Mundial de Alimentos está realizando estudios experimentales para la viabilidad del arroz fortificado, la sal doblemente fortificada y micronutrientes en polvo para definir la posibilidad de contribuir con las autoridades en la lucha contra el hambre y la desnutrición.

En Nigeria, el programa Food África tiene el objetivo de “empoderar a hombres y mujeres jóvenes a través de formación, desarrollo de capacidades y actividades generadoras de ingresos”.

El fenómeno de la pobreza mata todos los días a cientos de personas en el mundo. Lamentarlo es insuficiente, criticarlo es ocioso, es necesario visibilizarlo y afrontarlo desde nuestros entornos e integrarnos desde nuestras posibilidades a iniciativas locales, toda acción es un esfuerzo más con un inigualable valor no solo en la lucha contra la pobreza, sino en la recuperación de lo valioso de la humanidad.

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