/ martes 9 de enero de 2024

Economía para todos | Inflación: esperanza y preocupación

La inflación, ese monstruo económico que a veces yace dormido y, en otras ocasiones, se despierta con furia.

En los últimos años, la inflación ha sido una preocupación dominante en la escena económica mundial, marcada por factores desfavorables que generaron un aumento sostenido. Tras el colapso inicial en 2020 debido a la pandemia, la inflación global experimentó un repunte impulsado por la recuperación de la demanda, problemas de suministro y el alza en los precios del petróleo. Esta tormenta perfecta generó una ola inflacionaria que, a lo largo de estos últimos años, marcó la escena económica mundial. Sin embargo, desde agosto y septiembre de 2022, se ha observado una tendencia a la baja constante desde el nivel de 8.70 por ciento registrado en ambos meses mencionados. Aunque las señales apuntan hacia una disminución continua de la inflación mundial, la cautela sigue siendo la palabra clave. El reciente anuncio de los principales bancos centrales sobre sus posturas políticas divergentes destaca la incertidumbre que aún persiste. La Reserva Federal de EE.UU. insinuó un posible cambio, mientras que el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra, mantuvieron sus posturas anteriores, esperando pruebas convincentes de una disminución sostenida de la inflación.

Por otro lado, hay motivos para el optimismo en medio de este panorama. Factores fundamentales como la disminución de la demanda global, el desvanecimiento de las interrupciones en la cadena de suministro y la moderación de los precios de las materias primas apuntan hacia una reducción de la inflación en los próximos meses. Se espera que la demanda mundial se modere debido a condiciones financieras estrictas, un comercio débil y un apoyo fiscal limitado. Las tensiones en las cadenas de suministro también están cediendo. La era de interrupciones constantes, una secuela de la pandemia, está llegando a su fin.

Además, la política monetaria seguirá siendo restrictiva para garantizar que la inflación regrese a los objetivos de los bancos centrales. Aunque se ha hablado de posibles recortes de tasas, se espera que se mantengan lo suficientemente altas para contrarrestar las presiones sobre los precios. En ese sentido, miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México, destacaron aumentos en las estimaciones de inflación para trimestres venideros, por lo que las expectativas convergen a que la meta inflacionaria del 3 ± 1 por ciento se alcance en el segundo trimestre de 2025. Con esto, también se habla de la posibilidad de entrar a discusión con los probables ajustes graduales que se tendrían que llevar a cabo en la tasa de interés para restringir el riesgo de afectar el comportamiento económico o la estabilidad financiera del país.

A pesar de estas señales alentadoras, la precaución es necesaria debido a dos razones principales. En primer lugar, la posibilidad de un shock inflacionario derivado de tensiones geopolíticas sigue siendo una amenaza. El conflicto en Medio Oriente, que surgió inmediatamente después de la invasión rusa a Ucrania, podría desestabilizar los mercados energéticos globales, aumentando drásticamente los precios del petróleo.

En segundo lugar, la inflación subyacente, que excluye elementos volátiles como los alimentos y la energía, ha disminuido a un ritmo más lento que la inflación general. Las presiones persistentes sobre los precios de los servicios, impulsadas por la fuerte demanda, podrían limitar la disminución de la inflación subyacente. La inflación sigue siendo elevada en algunos países en desarrollo, lo que agrega otra capa de complejidad a la situación.

La reciente disminución de la inflación es un rayo de esperanza en el horizonte económico global, pero el optimismo debe ser moderado. Aunque se espera una disminución continua, los riesgos geopolíticos y las presiones persistentes sobre la inflación subyacente indican que la celebración prematura podría ser imprudente. La sincronización global de la inflación significa que cualquier resurgimiento en las economías avanzadas podría afectar a las economías en desarrollo. En este contexto, los bancos centrales enfrentan el desafío de equilibrar la reducción de la inflación con un aterrizaje suave que evite una caída abrupta de la actividad económica. La travesía hacia una inflación controlada y un crecimiento sostenible continúa, y es necesario mantener la cautela mientras navegamos por aguas económicas inciertas.

Regeneración 19



La inflación, ese monstruo económico que a veces yace dormido y, en otras ocasiones, se despierta con furia.

En los últimos años, la inflación ha sido una preocupación dominante en la escena económica mundial, marcada por factores desfavorables que generaron un aumento sostenido. Tras el colapso inicial en 2020 debido a la pandemia, la inflación global experimentó un repunte impulsado por la recuperación de la demanda, problemas de suministro y el alza en los precios del petróleo. Esta tormenta perfecta generó una ola inflacionaria que, a lo largo de estos últimos años, marcó la escena económica mundial. Sin embargo, desde agosto y septiembre de 2022, se ha observado una tendencia a la baja constante desde el nivel de 8.70 por ciento registrado en ambos meses mencionados. Aunque las señales apuntan hacia una disminución continua de la inflación mundial, la cautela sigue siendo la palabra clave. El reciente anuncio de los principales bancos centrales sobre sus posturas políticas divergentes destaca la incertidumbre que aún persiste. La Reserva Federal de EE.UU. insinuó un posible cambio, mientras que el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra, mantuvieron sus posturas anteriores, esperando pruebas convincentes de una disminución sostenida de la inflación.

Por otro lado, hay motivos para el optimismo en medio de este panorama. Factores fundamentales como la disminución de la demanda global, el desvanecimiento de las interrupciones en la cadena de suministro y la moderación de los precios de las materias primas apuntan hacia una reducción de la inflación en los próximos meses. Se espera que la demanda mundial se modere debido a condiciones financieras estrictas, un comercio débil y un apoyo fiscal limitado. Las tensiones en las cadenas de suministro también están cediendo. La era de interrupciones constantes, una secuela de la pandemia, está llegando a su fin.

Además, la política monetaria seguirá siendo restrictiva para garantizar que la inflación regrese a los objetivos de los bancos centrales. Aunque se ha hablado de posibles recortes de tasas, se espera que se mantengan lo suficientemente altas para contrarrestar las presiones sobre los precios. En ese sentido, miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México, destacaron aumentos en las estimaciones de inflación para trimestres venideros, por lo que las expectativas convergen a que la meta inflacionaria del 3 ± 1 por ciento se alcance en el segundo trimestre de 2025. Con esto, también se habla de la posibilidad de entrar a discusión con los probables ajustes graduales que se tendrían que llevar a cabo en la tasa de interés para restringir el riesgo de afectar el comportamiento económico o la estabilidad financiera del país.

A pesar de estas señales alentadoras, la precaución es necesaria debido a dos razones principales. En primer lugar, la posibilidad de un shock inflacionario derivado de tensiones geopolíticas sigue siendo una amenaza. El conflicto en Medio Oriente, que surgió inmediatamente después de la invasión rusa a Ucrania, podría desestabilizar los mercados energéticos globales, aumentando drásticamente los precios del petróleo.

En segundo lugar, la inflación subyacente, que excluye elementos volátiles como los alimentos y la energía, ha disminuido a un ritmo más lento que la inflación general. Las presiones persistentes sobre los precios de los servicios, impulsadas por la fuerte demanda, podrían limitar la disminución de la inflación subyacente. La inflación sigue siendo elevada en algunos países en desarrollo, lo que agrega otra capa de complejidad a la situación.

La reciente disminución de la inflación es un rayo de esperanza en el horizonte económico global, pero el optimismo debe ser moderado. Aunque se espera una disminución continua, los riesgos geopolíticos y las presiones persistentes sobre la inflación subyacente indican que la celebración prematura podría ser imprudente. La sincronización global de la inflación significa que cualquier resurgimiento en las economías avanzadas podría afectar a las economías en desarrollo. En este contexto, los bancos centrales enfrentan el desafío de equilibrar la reducción de la inflación con un aterrizaje suave que evite una caída abrupta de la actividad económica. La travesía hacia una inflación controlada y un crecimiento sostenible continúa, y es necesario mantener la cautela mientras navegamos por aguas económicas inciertas.

Regeneración 19