/ domingo 11 de agosto de 2019

El hombre agradecido

Cuando despertamos a un nuevo día, podemos atender, si abrimos el corazón, a los sonidos de la vida, y si afinamos nuestras miradas con agudeza descubriremos que en la existencia se siguen gestando milagros y estos suceden sin parar.

El hombre que camina sobre la tierra sabe que los cielos son su casa, que los mares le pertenecen y que los grandes valles son su hogar; por eso agradece todo lo que encuentra en su travesía. El hombre que es feliz esparce su sabiduría como las olas del mar que arropan a la arena de la playa más blanca. El hombre agradecido sabe que su propósito en esta tierra es ser feliz, compartiendo su felicidad con los demás.

Porque el hombre agradecido no enseña con palabras, sino se muestra con sus actos, él sabe que la vida es un obsequio que jamás podrá comprar, por eso al observarse frente al espejo es un regocijo que no cabe en su alma. Un hombre agradecido siempre encuentra tesoros en las relaciones cotidianas, éstas jamás lo decepcionan, pues sabe que el dinero es importante,pero la mayor riqueza está en brindar su generosidad. El agradecido sabe que todos venimos de la misma fuente universal, que emana amor, paz, generosidad, armonía, bienestar, compasión, por eso no niega sus orígenes y acepta su divinidad, amando a todos sus hermanos por igual, sabe que todos son uno mismo.

El hombre agradecido sabe que la fórmula para alcanzar el éxito se encuentra en contar sus dones, valorar lo que posee, sabe que viviendo una vida de gratitud, se marcha hacia un camino de riqueza espiritual, no reclama la grandeza para así, pero sus actos de bondad alcanzan la grandeza por sí misma.

El hombre agradecido sabe que solo existen dos caminos, el del egoísmo y el de la gratitud. El del egoísmo es un sendero oscuro que se avanza en total soledad, en círculos, donde el alma termina extraviada. El de la gratitud, que un sendero de luz y bienestar, que caminan y han caminado los grandes seres de la humanidad, Jesús de Nazaret, Buda, Gandhi, la Madre Teresa, Martin Luther King, que enseñan que el camino para trascender la eternidad es la gratitud con todo lo que nos rodea.

Un hombre agradecido necesitaba un lugar mayor para continuar sus enseñanzas, un comerciante al enterarse de esto decidió donar una gran cantidad de dinero para que el maestro pudiera ampliar la construcción del edificio donde impartía sus conocimientos. De manera que el negociante entregó el dinero,para lo cual el profesor sólo asintió: -Muy bien, lo aceptaré. El empresario sintió una especie de insatisfacción con las palabras del hombre agradecido pues la cantidad entregada era muy alta. Así que le dijo: -Profesor, la suma que lleva en sus manos es muy grande. El sabio respondió: -Ya me lo dijiste antes. El comerciante volvió a la carga: -Maestro, aunque sea un comerciante rico, el dinero que le donó es muchísimo. -¿Quieres que te dé las gracias por ello? Preguntó el sabio. –Es lo que deberías hacer, mencionó el hombre de negocios. Para lo cual el maestro respondió. -¿Por qué debería hacerlo? El que da debería sentirse agradecido.

El hombre agradecido sabe que cada día se libran batallas contra la propia mente del hombre, que a veces juega hacer su propio verdugo. El hombre agradecido sabe que la vida es maravillosamente corta, pero la acepta, por eso a lo bueno que llega a su vida, agradece porque alegra el corazón, lo malo que llega a su vida, agradece igual sabe que en el dolor hay enseñanza y en la adversidad fortaleza interior. El hombre agradecido sabe que el maestro es una fuente infinita de gratitud, que el hombre agradecido, no acumula tesoros, sino da lo que tiene, aunque ésta sea nada, compártela nada, pues entre más comparte, más dones llegan.

Cuando despertamos a un nuevo día, podemos atender, si abrimos el corazón, a los sonidos de la vida, y si afinamos nuestras miradas con agudeza descubriremos que en la existencia se siguen gestando milagros y estos suceden sin parar.

El hombre que camina sobre la tierra sabe que los cielos son su casa, que los mares le pertenecen y que los grandes valles son su hogar; por eso agradece todo lo que encuentra en su travesía. El hombre que es feliz esparce su sabiduría como las olas del mar que arropan a la arena de la playa más blanca. El hombre agradecido sabe que su propósito en esta tierra es ser feliz, compartiendo su felicidad con los demás.

Porque el hombre agradecido no enseña con palabras, sino se muestra con sus actos, él sabe que la vida es un obsequio que jamás podrá comprar, por eso al observarse frente al espejo es un regocijo que no cabe en su alma. Un hombre agradecido siempre encuentra tesoros en las relaciones cotidianas, éstas jamás lo decepcionan, pues sabe que el dinero es importante,pero la mayor riqueza está en brindar su generosidad. El agradecido sabe que todos venimos de la misma fuente universal, que emana amor, paz, generosidad, armonía, bienestar, compasión, por eso no niega sus orígenes y acepta su divinidad, amando a todos sus hermanos por igual, sabe que todos son uno mismo.

El hombre agradecido sabe que la fórmula para alcanzar el éxito se encuentra en contar sus dones, valorar lo que posee, sabe que viviendo una vida de gratitud, se marcha hacia un camino de riqueza espiritual, no reclama la grandeza para así, pero sus actos de bondad alcanzan la grandeza por sí misma.

El hombre agradecido sabe que solo existen dos caminos, el del egoísmo y el de la gratitud. El del egoísmo es un sendero oscuro que se avanza en total soledad, en círculos, donde el alma termina extraviada. El de la gratitud, que un sendero de luz y bienestar, que caminan y han caminado los grandes seres de la humanidad, Jesús de Nazaret, Buda, Gandhi, la Madre Teresa, Martin Luther King, que enseñan que el camino para trascender la eternidad es la gratitud con todo lo que nos rodea.

Un hombre agradecido necesitaba un lugar mayor para continuar sus enseñanzas, un comerciante al enterarse de esto decidió donar una gran cantidad de dinero para que el maestro pudiera ampliar la construcción del edificio donde impartía sus conocimientos. De manera que el negociante entregó el dinero,para lo cual el profesor sólo asintió: -Muy bien, lo aceptaré. El empresario sintió una especie de insatisfacción con las palabras del hombre agradecido pues la cantidad entregada era muy alta. Así que le dijo: -Profesor, la suma que lleva en sus manos es muy grande. El sabio respondió: -Ya me lo dijiste antes. El comerciante volvió a la carga: -Maestro, aunque sea un comerciante rico, el dinero que le donó es muchísimo. -¿Quieres que te dé las gracias por ello? Preguntó el sabio. –Es lo que deberías hacer, mencionó el hombre de negocios. Para lo cual el maestro respondió. -¿Por qué debería hacerlo? El que da debería sentirse agradecido.

El hombre agradecido sabe que cada día se libran batallas contra la propia mente del hombre, que a veces juega hacer su propio verdugo. El hombre agradecido sabe que la vida es maravillosamente corta, pero la acepta, por eso a lo bueno que llega a su vida, agradece porque alegra el corazón, lo malo que llega a su vida, agradece igual sabe que en el dolor hay enseñanza y en la adversidad fortaleza interior. El hombre agradecido sabe que el maestro es una fuente infinita de gratitud, que el hombre agradecido, no acumula tesoros, sino da lo que tiene, aunque ésta sea nada, compártela nada, pues entre más comparte, más dones llegan.

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